jueves, 12 de enero de 2012

¿PARA QUÉ COACHING?


Durante el chateo virtual que tuvo lugar en una conocida red social (que no necesita para nada de mi promoción) y con motivo de la inauguración de la revista digital Coaching Connection (http://www.coachingconnection.es/) se me preguntó ¿para qué coaching?, a lo que contesté (cito literalmente): “Para generar bienestar, desarrollo humano, crecimiento y valor. Para uno mismo y para los demás”.

Lo cierto es que la vuelvo a leer y no cambiaría ni una coma. Me encuentro cómodo con lo dicho, y quizás volvería a decir lo mismo sin tan siguiera alterar el orden de las palabras. Considero que ahora es el momento de desgranar el significado que le di a cada una de ellas (ya sabemos el corto espacio que puedes utilizar en las redes, y quizás lo poco proclives que se muestran sus usuarios a leer “posts” demasiado extensos).
Por tanto, vayamos por partes:
  • “Generar bienestar”: desde el aristotélico “conócete a ti mismo”, el coaching es ante todo –porque es esto en primer lugar- un proceso de autoconocimiento y toma de conciencia, que trae como derivación un aumento en el nivel de bienestar personal. Todos los que trabajamos en el este mundo podemos comprobarlo: el coachee se va relajando (y esto es comprobable incluso en aspectos puramente paraverbales, como es el caso de la distensión que se produce en su rostro), asume su “verdad” –abandona por tanto la impostura de pretender ser quien no es- y van adquiriendo unas considerables dosis de confianza en sus capacidades –algunas de las cuales le habían pasado absolutamente inadvertidas-.
  • “Desarrollo humano”: en las siguientes fases del proceso –y mediando la correspondiente “catalización”- el coachee se centra en el desarrollo de aquellas fortalezas detectadas con anterioridad. Se consigue una clara optimización de recursos, consecuencia de la aplicación focalizada de los esfuerzos. Uno, en definitiva, empieza a dar “la mejor versión de si mismo”.
  • “Crecimiento”: consecuencia directa del “me muevo”, del vivo mi vida, (y no “soy vivido”) del gestiono mi propio cambio, se genera un inevitable proceso de crecimiento personal (del “voy a más”, del “no me quedo”). Nos acompasamos a la vida, con esa impactante y reconfortante sensación de fluidez e inmersión en todo lo que hacemos.
  • “Valor”: todo lo anterior trae como consecuencia el hecho de que nuestra capacidad para dar servicio a los demás se incrementa notablemente. Hacemos (desde ese trabajo primigenio en el “ser”) cosas mucho más valiosas, útiles, deseables, provechosas. Nuestra aportación al entorno en el que estamos inmersos gana en consideración y respeto.
  • “Para uno mismo y para los demás”: nada de lo anterior tendría sentido si todo lo que un proceso de coaching nos aporta fuera para uno mismo, en una versión egocéntrica y autorreferenciada de nuestro comportamiento. Tener una meta “más grande que uno mismo”, es fundamental para avanzar de pleno en el proceso de autorrealización personal.

Esta es, en definitiva, mi visión acerca del “para qué coaching”.